Y es que me puede la paciencia. Llevo un año -o más- planeando este viaje. Un año planeando un cambio de vida que no cambia, que no llega.
E l t i e m p o p a s a l e n t o . . .
Es febrero y el calendario me dice que apenas faltan dos meses para abril, cinco para julio, siete para septiembre… Y puedo afirmar que existe la cuarta dimensión, que es donde me encuentro: un espacio donde el tiempo ni pasa ni deja de pasar. El tiempo simplemente es. Está. Y aquí la gravedad es tan densa que me aplasta.
Y yo soy un caracol que se arrastra, que va lento hacia su meta mientras el mundo a su alrededor va acelerado. A veces tan acelerado que ni te ve y te pisa.
Un caracol que se arrastra, que va lento hacia su meta.
Pero está de camino.
Y llegará.
Sí.