Me abruma el tiempo.
Septiembre está pasando corriendo.
Todavía recuerdo cuando la paciencia podía conmigo y sentía que el tiempo no sólo no pasaba, sino que me aplastaba. Y ahora está volando.
Llevo desde 2016 protestando porque faltaba mucho para 2017, en enero me quejaba de que abril quedaba demasiado lejos, en primavera veía al verano a kilómetros y kilómetros de meses de distancia, y durante el verano refunfuñé sobre lo muchísimo que quedaba para octubre.
A septiembre le quedan diez días.
Y en menos de un mes será dieciséis de octubre.
El Tiempo en cuestión de milisegundos ha pasado de estar dándose un paseo por el campo recogiendo flores a participar en una carrera de galgos encabezando la competición, o eso es lo que me dice mi «cuentatiempos» interno. Y pronto va a cruzar la línea de meta. Y yo despegaré.
Porque me abruma ver que de repente esos días que me pesaban tanto ahora están pasando a velocidad de vértigo uno tras otro. Me abruma porque no tengo tantos ojos para ver pasar tantos días a la vez. Me abruma pero me alegra a la vez porque el viaje que tanto tiempo llevaba esperando se acerca cada vez más y más. O soy yo la que se está acercando. Ni lo sé ni me importa.

Es la primera vez que siento que verdaderamente falta poco para comenzar mi aventura. Desde hace meses (sí, MESES) he estado escuchando «buf, ya te va faltando poco, eh» mientras yo respondía «sí, jeje» cuando en el fondo sólo quería decir «NO POR DIOS PERO SI QUEDA UNA ETERNIDAD CUANDO LLEGUE A NUEVA ZELANDA TENDRÉ ARRUGAS, CANAS Y PROBLEMAS EN LOS HUESOS DIOS QUEDA MUCHÍSIMO QUIERO IR YAAAAA».
La paciencia no va conmigo.
Por eso septiembre se ha puesto las pilas y quiere pasar rápido. Espero que octubre tome ejemplo a pesar de las abrumaciones (?). Me abrumo, sí, pero este vértigo es como el de las montañas rusas: estás en lo más alto de los raíles, asomado al vacío, con un cosquilleo en la barriga que se acrecienta cuando el vagón se pone en marcha, y ahí es cuando no te queda más remedio que abrir bien la boca y dejar soltar toda la adrenalina que contiene tu cuerpo a través de gritos, gritos y más gritos. Y disfrutas.
Así que voy a disfrutar de estos días que me quedan.
Voy a disfrutar de este pequeño nerviosismo nacido de la ilusión.
Voy a disfrutar.
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Días de abecedario
Es un juego en el cual escribimos durante 26 días seguidos utilizando cada una de las letras del abecedario. Revolvemos recuerdos, posamos la mirada en los detalles, imaginamos, escribimos sobre viajes verdaderos, internos, poblados. Escribimos sobre calles, sombreros, tortas de manzana, aromas, detalles pequeños, sensaciones, pájaros, utilizando las letras del abecedario.
Si quieres más información clickea aquí.
Por cierto, todas las fotografías que acompañarán a cada palabra las he realizado yo, así podéis ver un poquito más de mis fotos. Muchas de ellas no están publicadas en ningún lado, así que con este proyecto podré hacer algo con casi treinta fotos que me gustan y tenía guardadas 🙂
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