Cuando el año pasado les conté a mis amigas mi plan para lograr llegar a Nueva Zelanda y mantenerme allí sin tener en esos momentos dinero para ello, no me dijeron nada. Absolutamente nada. Se hizo el silencio. Un silencio que decía a gritos «qué ingenua eres. ¿Cómo le decimos que lo que planea es imposible?».
Durante el descanso de un rodaje, el curso pasado, unas compañeras de clase estaban hablando sobre lo que harían después de la carrera. Todas pensaban o bien en estudiar un máster, o bien realizar un «año sabático trabajando» (¿qué es eso?). Cuando me preguntaron cuáles eran mis planes, les dije que quería viajar por el mundo. Las tres chicas dijeron, sorprendentemente al unísono, «¡a mi también me gustaría eso!», y comenzaron a hablar sobre el mucho dinero que se habían gastado sus padres al pagarles la carrera y el alojamiento, que no podían encima pedirles dinero para viajar. Y yo solamente quería explicarles mi plan, en el que no existía la opción de pedirle dinero ni a padres ni a familiares ni mucho menos a bancos. Pero no tuve oportunidad de hacerlo.
Cuántas veces expliqué en el 2016 que «el año que viene estaré en Nueva Zelanda» cuando hablaban de planes a largo plazo, y me ignoraron como si dijera «que los Mayas han dicho que el año que viene es el fin del mundo, que no os enteráis».
Cuando en abril de este año conseguí la visa para ir a Nueva Zelanda y se lo conté a una amiga, ésta me dijo «ah, ¿pero que te vas de verdad? Yo creí que lo decías…». ¿Que lo decía por decir? ¿Que no sería capaz? ¿Que qué, a ver?
Hasta yo misma llegué a pensar que qué hacía esforzándome tanto por algo que probablemente no fuera a conseguir. Por qué ponía tanto esfuerzo y sudor en un imposible. Pero en el fondo yo sabía que tenía la goma necesaria para borrar ese im- que paralizan a tantos.
Porque a lo largo de este camino que me ha llevado a estar donde estoy, también me he encontrado con personas que me han brindado su mejor sonrisa y me han dicho «¿de veras que vas a hacer eso? Wow, es increíble. Te deseo lo mejor. Lucha por tus sueños. Vete ahora que puedes. Haz lo que te plazca. Vuela.» Personas que me han devuelto la ilusión y la confianza necesaria para seguir adelante. Personas que como yo no creen en los imposibles. Sí en los difíciles, pero no en los imposibles.
Miguel siempre me dice que los muros están para saber cuánto deseas algo. Y yo deseo tanto hacer mis sueños realidad que estoy dispuesta a derribar a mazazos los muros que hagan falta. Y si los mazos no valen, los saltaré. Y si eso tampoco sirve, excavaré un túnel. Lo que sea con tal de traspasar las barreras.
O sino, simplemente, usaré el im- como taburete para coger altura y cruzar al otro lado de los -posibles.
Allí donde los sueños se hacen realidad ✈
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Días de abecedario
Es un juego en el cual escribimos durante 26 días seguidos utilizando cada una de las letras del abecedario. Revolvemos recuerdos, posamos la mirada en los detalles, imaginamos, escribimos sobre viajes verdaderos, internos, poblados. Escribimos sobre calles, sombreros, tortas de manzana, aromas, detalles pequeños, sensaciones, pájaros, utilizando las letras del abecedario.
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Por cierto, todas las fotografías que acompañarán a cada palabra las he realizado yo, así podéis ver un poquito más de mis fotos. Muchas de ellas no están publicadas en ningún lado, así que con este proyecto podré hacer algo con casi treinta fotos que me gustan y tenía guardadas 🙂
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