Viaje por Conocer

Me encantan los libros. Me encanta la lectura.

Novelas históricas, de fantasía, policíacas, de terror, de culto, clásicos, best sellers (sí, best sellers también), biográficas, futuristas; de cien, cuatrocientos o mil páginas, me da igual; le doy la bienvenida a todo. T O O O D O.

Siempre digo que no existen personas a las que no les guste leer, sino personas que todavía no han encontrado el libro que les enganche. Porque sinceramente, creo que hasta que no vives un libro, una historia, hay algo dentro tuyo que aún no ha despertado. Hasta que no amas a un libro, no se te desbloquea una parte de tu alma (lo mismo pienso de los animales: hasta que no amas a uno, hay algo que queda dormido en tu interior).

Aunque a mi de pequeña no me gustaba leer.

Es más, recuerdo una vez que mi madre le dijo preocupadísima a mi tía que temía que me «volviera tonta» por ser una niña a la que no le gustaba la lectura. Por lo que un día se compincharon y me llevaron a la parte de libros de un centro comercial, y me dijeron que hasta que no escogiera uno, no nos iríamos. Que podía tomarme tooooodo el tiempo del mundo para elegir uno que me llamase la atención.

Por lo que di varias vueltas por el establecimiento. Cuando me di cuenta de la veracidad de la amenaza, no me quedó más remedio que escoger un libro. Cogí uno muy, MUY típico de «chicas» con los típicos amoríos y chorradas (ejemestereotiposejem) sobre… chicas. Pero bendito libro. Como mi madre no tenía dinero, durante muchos años mi tía estuvo financiando mi -cada vez más creciente- afición lectora.

Poco a poco fui leyendo (devorando) más, y más libros… muchos de ellos los leía una y otra vez (por lo de no tener dinero para comprar más), los cogía prestados por casa, a mi hermana, a la biblioteca, a quien fuera. Luego descubrí las tiendas de segunda mano y, mejor aún… ¡los mercadillos! CIENTOS de libros por 1€ e incluso 50cnt.

Primero mi madre me puso en la pared dos estanterías para poner mis libros.

Luego una tercera.

Luego compró otras dos más.

Ahora las cinco están llenas y con libros amontonados, por lo que mi madre no ha tenido más remedio que prestarme parte del espacio de su librero.

Vaya, que estoy enganchada.

¿Pero quién no se engancharía a algo así? Adoro el cine, pero el poder de empatía y la profundidad psicológica que se consigue con una (buena) novela no hay película que la resuelva. Los libros me han hecho viajar por la India, la antigua Egipto, Rusia y Filipinas, varias veces por Japón; por diferentes etapas de la historia española, por el espacio exterior y por Júpiter, por el océano, por mundos devastados por monstruos y zombies y vampiros y fantasmas; me ha hecho conocer todo tipo de personas tanto entrañables como despiadadas como perdidas o solitarias y positivas y negativas; pero más importante aún, los libros me han hecho viajar por mi propio interior forjando la persona que soy hoy.

Así que si eres de los que afirman que no les gusta leer, date un día la oportunidad de leerte los reversos de los libros de un supermercado, nunca se sabe cuál podría llamarte la atención… 😉

____________________________________________________________________

Días de abecedario

Es un juego en el cual escribimos durante 26 días seguidos utilizando cada una de las letras del abecedario. Revolvemos recuerdos, posamos la mirada en los detalles, imaginamos, escribimos sobre viajes verdaderos, internos, poblados. Escribimos sobre calles, sombreros, tortas de manzana, aromas, detalles pequeños, sensaciones, pájaros, utilizando las letras del abecedario.

Si quieres más información clickea aquí.

Por cierto, todas las fotografías que acompañarán a cada palabra las he realizado yo, así podéis ver un poquito más de mis fotos. Muchas de ellas no están publicadas en ningún lado, así que con este proyecto podré hacer algo con casi treinta fotos que me gustan y tenía guardadas 🙂